SÍNTESIS DE LA PREDICACIÓN DE CRISTO POR SANTO TOMAS

El Verbo del eterno Padre, que comprende en su inmensidad todas las
cosas, para volver a llevar a la excelsitud de la gloria divina al hombre empequeñecido por los pecados, quiso hacerse pequeño, tomando nuestra pequeñez, sin deponer su majestad.

Y para que ninguno se excuse de recibir la doctrina de la palabra
celestial, que había entregado a los estudiosos amplia y dilucidadamente por medio de los volúmenes de la Santa Escritura, compendió brevemente su doctrina de la salvación humana en favor de los ocupados en los cuidados de la vida.

La salvación humana consiste en conocer la verdad, para que no sea
obscurecido el entendimiento humano por los diversos errores; en proseguir
su verdadero fin, no sea que, siguiendo fines indebidos, se aparte de la
verdadera felicidad; en la observancia de la justicia, para que no se mancille
con los diversos vicios. Cristo condensó en algunos breves artículos de la fe
el conocimiento de la verdad, necesaria para la salvación humana. De ahí
que diga el Apóstol: Palabra abreviada hará el Señor sobre la tierra (Rom
9, 28), y Ésta es la palabra de la fe que predicamos (Rom 10, 8).

En cuanto a la intención humana, él la rectificó por una breve oración,
en la cual, para enseñarnos a orar, nos mostró cómo debe dirigirse nuestra
intención y nuestra esperanza. En cuanto a la justicia humana, que consiste
en observar la ley, la resumió en el precepto único de la caridad: Y, así, la
caridad es el cumplimiento de la ley (Rom 13, 10).

El Apóstol enseñó también que toda la perfección de la vida presente
consiste en la fe, esperanza y caridad, como en tres capítulos abreviados de
nuestra salvación, diciendo: Ahora permanecen estas tres cosas, la fe, la
esperanza y la caridad (1 Cor 13, l3). Por eso dice San Agustín que en tres
cosas es honrado Dios.

La recta razón requiere este orden, porque el amor no puede ser recto
si con anterioridad no se establece el debido fin de nuestra esperanza; y esto no es posible sin el conocimiento de la verdad. Así, la fe, que nos es necesaria para conocer la verdad, ocupa el primer lugar; luego la esperanza,
por la cual se orienta nuestro deseo, al debido fin; y por último, es necesaria
la caridad, por la cual se ordena totalmente el amor.
(Ad Regin.)

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