CRISTO ELIGIÓ LA VIDA ACTIVA

I. La vida contemplativa, a la cual corresponde sobremanera la soledad, como  dice Oseas (2, 14): La llevaré al desierto, y le
hablaré al corazón, es absolutamente mejor que la activa, que se ocupa de los actos corporales; pero la vida activa, según la cual se transmite a otros por la enseñanza y la predicación lo que se ha contemplado, es más perfecta que la vida que solamente es contemplativa, porque tal vida presupone la abundancia de la contemplación, y por eso Cristo eligió tal vida y vivió entre los hombres.
 
II. Sin embargo, algunas veces Cristo buscaba los lugares solitarios, apartándose de las turbas. Por eso dice San Remigio: "Se lee que el Señor tuvo tres refugios, la nave, el monte y el desierto, siempre que era asediado por las turbas, se refugiaba en alguno de ellos".

Lo que Cristo ha obrado, lo ha hecho para instrucción nuestra; y por esto, para dar ejemplo a los predicadores de que no siempre se manifestasen en público, el Señor se apartó a veces de las turbas. Lo cual, según se lee, fue hecho por tres motivos: Unas veces para atender al descanso corporal. Por eso se lee que el Señor dijo a sus discípulos: Venid aparte a un lugar solitario, y reposad un poco; porque eran muchos los que iban y venían; y ni aun tiempo tenían para comer (Mc 6, 31).
 
Otras veces por causa de la oración, por lo que se dice (Lc 6,12): Aconteció en aquellos días que salió al monte a hacer oración, y pasó toda la noche orando a Dios. Por lo que dice San Ambrosio que "nos instruye con su ejemplo en los preceptos de virtud".

Y finalmente, para enseñarnos a evitar el favor humano. Así, a propósito de aquello de San Mateo (5, 1): Viendo Jesús las gentes, subió a un monte, dice San Juan Crisóstomo: "Al no haberse sentado en la ciudad ni en la plaza, sino en el monte y la soledad, nos enseñó a no hacer nada por ostentación, y a alejarnos de los tumultos, y sobre todo cuando es necesario discutir sobre cosas necesarias"3.

(3a q. XL, a. 1, ad 2um et ad 3um)

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