Cada
cosa es cognoscible en cuanto que está en acto y no en cuanto que está
en potencia, como se dice en IX Metaphys. Pues algo es ser y verdadero,
objeto del conocimiento, en cuanto que está en acto. Esto resulta
evidente en las cosas sensibles: Pues la vista no capta lo coloreado en
potencia, sino lo que lo está en acto. Igualmente resulta claro con
respecto al entendimiento en cuanto que está ordenado al conocimiento de
las cosas materiales conocidas sólo en cuanto que están en acto; por lo
cual la materia prima no es cognoscible a no ser por su relación con la
forma, como se dice en I Physic. Por eso, las sustancias inmateriales
son inteligibles por su propia esencia en la medida en que les compete
esencialmente existir en acto. Así, pues, la esencia de Dios, acto puro y
perfecto, es absoluta y perfectamente inteligible en sí misma. Por eso
Dios se entiende por su propia esencia no sólo a sí mismo, sino también
todo lo demás. En cambio, la esencia del ángel, aun cuando pertenezca al
género de los seres inteligibles, sin embargo, no es acto puro y
perfecto. Por eso su capacidad de entender no se actualiza toda mediante
la propia esencia. Pues, aunque se entiende por su esencia, por ella no
conoce todas las cosas, sino que lo distinto a él lo conoce por sus
imágenes. El entendimiento humano, con respecto a los seres
inteligibles, está en pura potencia, como la materia prima en relación a
lo sensible. Por eso es llamada posible. Así, pues, considerado en su
esencia, es sólo capacidad de entender. Por eso tiene, en cuanto tal, el
poder de entender, pero no el de ser entendido hasta que no esté en
acto. Así, los platónicos colocaron el orden de los seres inteligibles
por encima del de los entendimientos, porque el entendimiento no
entiende más que por participación de lo inteligible, y lo que
participa, según ellos, es inferior a lo participado. Así, pues, si el
entendimiento humano se actualizara por participación de las formas
inteligibles separadas, como suponían los platónicos, por dicha
participación de las cosas incorpóreas el entendimiento humano se
entendería a sí mismo. Pero porque, en la vida terrena, a nuestro
entendimiento le es connatural conocer lo material y sensible, como
dijimos (q.84 a.7), se sigue que nuestro entendimiento se conoce a sí
mismo en cuanto se actualiza por las especies abstraídas de lo sensible,
sirviéndose de la luz del entendimiento agente, que es el acto de las
especies inteligibles y, por ellas, del entendimiento posible. Por lo
tanto, nuestro entendimiento se conoce a sí mismo no por su esencia,
sino por su acto. Esto es así de una doble manera. 1) Una, particular.
Ejemplo: Sócrates o Platón saben que tienen un alma intelectiva por el
hecho de percibir que entienden. 2) Otra, universal. Ejemplo: Cuando
investigamos la naturaleza de la mente humana partiendo de los actos del
entendimiento. Pero es verdad que el juicio y la eficacia de este
conocimiento por el que conocemos la naturaleza del alma, se debe a la
iluminación de nuestro entendimiento por la verdad divina, en la que
están contenidas las razones de todas las cosas, como ya dijimos (q.84
a.5). Por eso Agustín en IX De Trin. dice: Por la incorruptible verdad
que contemplamos, sabemos con toda la perfección de que somos capaces,
no lo que es la mente de cada hombre, sino lo que debe ser según las
razones eternas. Entre estos dos tipos de conocimiento hay diferencia.
Para tener el primero, basta la misma presencia del alma, que es
principio del acto por el cual se conoce a sí misma. Por eso se dice que
se conoce a sí misma por su sola presencia. En cambio, para tener el
segundo tipo de conocimiento, no es suficiente su presencia, sino que se
precisa una laboriosa y minuciosa investigación. Esto explica que
muchos ignoren la naturaleza del alma y que también muchos se hayan
engañado sobre este problema. Por eso, y refiriéndose a dicha
investigación. Agustín en X De Trin. dice: No se busque el alma a sí
misma como a algo ausente, sino que se discierna como algo presente,
esto es, conocer su diferencia de las demás cosas, y esto es conocer su
esencia y su naturaleza.
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