La edición 2020 del Anuario Pontificio
publicado por la Secretaría de Estado y la Librería Editora Vaticana
devaluó el título de "Vicario de Jesucristo", usado por el Papa, al
rango de simple "título histórico", en una nota a pie de página. El
cardenal Ludwig Müller, prefecto emérito de la Congregación para la
Doctrina de la Fe, declaró al respecto en Tagespost el 2 de abril: "Es una barbarie teológica rebajar estos títulos del Papa a la categoría de simples títulos históricos".
Para el exprefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, esta modificación es muy reveladora. Tiene por efecto hacer a un lado el "significado dogmático" del título de "Vicario de Jesucristo", porque "ni siquiera el título de obispo de Roma tiene un significado dogmático: Jesús no nombró a Simón Pedro obispo de Roma, sino que lo designó como jefe de los apóstoles", explica el cardenal Müller.
Después de la resurrección, Cristo se apareció a Pedro para confirmarle su poder único y universal sobre su Iglesia, tal como la tradición unánime siempre lo ha entendido: "Después de la comida, Jesús le dijo a Simón Pedro: Habiendo, pues, almorzado, Jesús dijo a Simón Pedro: 'Simón, hijo de Juan, ¿me amas tú más que estos?' Él le respondió: 'Sí, Señor, Tú sabes que te amo'. Y Jesús le dijo: 'Apacienta mis corderos'. Le volvió a decir por segunda vez: 'Simón, hijo de Juan, ¿me amas?' Pedro le respondió: 'Sí, Señor, Tú sabes que te amo'. Jesús le dijo: 'Apacienta mis ovejas'. Por tercera vez, le dijo: 'Simón, hijo de Juan, ¿me amas?' Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntase: '¿Me amas?' Y le dijo: 'Señor, Tú lo sabes todo, Tú sabes que te amo'. Y Jesús le dijo: 'Apacienta mis ovejas'" (Evangelio según San Juan, 21, 15-17).
"Los títulos del Papa 'Sucesor de Pedro, Representante de Cristo y Cabeza visible de toda la Iglesia' (...) señalan elementos esenciales del primado petrino, que se remonta a la institución de Cristo y, por lo tanto, es de derecho divino y no solo una ley humano-eclesiástica. Ningún Papa, o concilio ecuménico, podrían, recurriendo a su autoridad suprema sobre la Iglesia, abolir la primacía, el episcopado, los sacramentos o reinterpretar su esencia", continúa el cardenal Müller en el semanario católico alemán.
Y concluye su escrito diciendo: "Solo con mucho humor e ironía se puede soportar el diletantismo teológico de los estadísticos, incluso si se presenta con hipocresía como un signo de gran humildad".
En una entrevista concedida al vaticanista Aldo Maria Valli, el 7 de abril, Monseñor Carlo Maria Viganò, exnuncio en los Estados Unidos, demostró los efectos prácticos de esta ostentosa humildad que rechaza los títulos—y por lo tanto los deberes—del cargo que ocupa: "no se puede exigir obediencia al Papa si, al mismo tiempo, el que se sienta en el trono de Pedro se comporta como si no lo fuera; porque, al hacerlo, está llevando a cabo una verdadera mistificación, juega con la obediencia y con el sentido jerárquico de los fieles, pero al mismo tiempo se considera a sí mismo como liberi battitori ["trabajador independiente"], liberado de todos los deberes y de todas las limitaciones que impone el papado".
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